El libro aborda la historia de los monumentos desarrollados en Mendoza, entre 1887 y 1917. Recorre la compleja trama de las deudas históricas que se establecieron y las reparaciones escultóricas que tuvieron lugar al comienzo de este período y destaca la lucha simbólica y política que se produjo en la sociedad mendocina en torno a qué personajes eran merecedores de ser perpetuados en un monumento, y qué alegorías, materiales y lugares eran los adecuados para rendir homenaje.
Esta preocupación por celebrar a los grandes héroes y los hechos de la patria adquirió una fuerza antes desconocida que motivó la puesta en marcha de un programa donde los monumentos eran el canal más adecuado porque cumplían con tres funciones básicas de acuerdo con la sociedad de ese momento. Una conmemorativa, que permitía rendir homenajes y crear ámbitos celebrativos, otra pedagógica porque serviría de ejemplo para las generaciones futuras y otra estética porque cumplía un importante papel en el equipamiento de la ciudad que se estaba modernizando.
Patricia Favre muestra este escenario desde una perspectiva diferente y renovada. Lo hace mediante el análisis de las problemáticas de tradición-progreso, memoria-olvido, centro-periferia, entre otras, las que producen un gran debate que va a definir la identidad de Mendoza no sólo en términos de provincia sino también en relación con la Nación.
Esto no es un desierto, las ficciones germinan en la Casa EDIUNC
15 de noviembre de 2024