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En emocionante velada se presentó «La educación ¿tras las rejas?»

 «El año que viene tiene que encontrarnos en una modalidad para estudiar en cárceles. No porque naturalicemos las cárceles, sino porque en la universidad debemos estar más adentro para que cada día haya menos adentro de las cárceles».  Alberto Molina, coordinador de la publicación.  

06 de septiembre de 2019, 10:25.

imagen En emocionante velada se presentó «La educación ¿tras las rejas?»

El martes 3 de septiembre Ediunc presentó «La educación ¿tras las rejas?» en el Espacio Cultural Julio Le Parc, en el marco de la Feria del Libro de Mendoza. El libro cuenta la experiencia del Programa Educación Universitaria en Contexto de Encierro (PEUCE). El recorte temporal del mismo va desde 2007 hasta el año 2015.

Siete autores participaron en su producción: Paula Carolina Petrelli y Alberto César Molina fueron los coordinadores y Ruth Noemí Parola, Laura Elsa Rodríguez, Fabio Erreguerena, Gustavo Nieto y Mariana Castiglia, sus autores.

Familiares y amigos, estudiantes y ex estudiantes del programa, personas curiosas y una emoción percibida en el aire comenzaron a entrar a la sala Ernesto Suárez pasadas las 21 del martes pasado.

Una perfecta disposición del espacio y una luz cálida alumbrando el living semicircular donde se sentaron los autores, organizaron el escenario donde se desarrolló una velada emocionante. Una pantalla a espaldas del living, con los logos de la Universidad Nacional de Cuyo y de la Secretaría Académica, esperaba ser reproducida.

Viviana Bosio, Directora de Ediunc, tomó la palabra. Agradeció la presencia de los autores y elogió el proceso de producción del booktrailer para la presentación del libro, acentuando además la importancia del escenario de la Feria del Libro para el estreno de esta modalidad, ya que es la primera vez que la Ediunc incluye la proyección de un booktrailer en una presentación. Finalmente, destacó la significación de que la obra se publique en el marco de un triple aniversario: este año la Universidad cumple 80 años, la Ediunc, 30 y el PEUCE, 10.

Al término de estas palabras, se dio inicio a la proyección del booktrailer realizado por estudiantes de la Tecnicatura Universitaria en Producción Audiovisual (TUPA) y de Comunicación Social. Empezó a moverse la imagen de la pantalla y la atención del público fue convirtiéndose en emoción a lo largo de un minuto. Consistió en una ficción que muestra la sistematización de las experiencias de los diferentes actores involucrados en el programa: docentes, coordinadores, tutores y estudiantes. Un colectivo que va desde el penal de Boulogne Sur Mer y llega a la Universidad fue el escenario de la narración de una parte del libro.

Luego, Jorge Barón, Vicerrector de la Universidad y autor del prólogo del libro, retomó las palabras de la Directora y resaltó la importancia de que este libro fuera publicado a 80 años de la fundación de la Universidad Nacional de Cuyo.

Comenzaron a hablar los autores. Claudia Bermejillo, Coordinadora del área de Comunicación de la Ediunc los entrevistó.

Primero fue el turno de Paula. La coordinadora describió el proceso de producción de este libro como «una lucha» que llevó «un montón de trabajo, nuestro cuerpo y nuestra alma». Manifestó que desde el comienzo del PEUCE, existió un miedo entre quienes lo posibilitaron de que el programa solo quedara en experiencias y en anécdotas personales. «Algún día esto tiene que quedar registrado», manifiesta Paula citando una conversación con Alberto Molina. Decidieron, entonces, registrar la experiencia de ser puente para que las personas privadas de su libertad puedan estudiar. Así, desde 2010 comenzaron a escribir lo que hoy se convierte en un libro hecho y derecho.

También expresó a modo de deseo: «ojalá que con la lectura del libro ayudemos a acercar esta experiencia que nosotros hemos vivido en primera persona». «Proponemos que avancemos en la modalidad educativa universitaria para darle más fortaleza y para que los problemas no recaigan en el compromiso de los docentes, de las personas, sino que la universidad se sienta más fuerte con el servicio, con las instituciones que sean necesarias para dar mejores herramientas, para dar un verdadero derecho a la educación a estas personas privadas de la libertad».

Ruth Parola, trabajadora social, fue la encargada de sistematizar las experiencias de los actores involucrados. Describió su tarea como un «desafío interesante», a pesar de que esta tarea les exija mucho a los y las trabajadores y trabajadoras sociales. Remarcó que «fue muy enriquecedor, muy bonito escuchar las voces de todos los actores involucrados». «Hay un rol importante que tiene la sistematización en este proceso […]. Permite desarrollar un conocimiento desde la experiencia. Es una metodología que viene de la educación popular, pero que permite, de algún modo, recoger la voz de los actores involucrados y a partir de ahí producir un tipo de conocimiento que haga comunicable la experiencia».

Gustavo Nieto destacó que el PEUCE se gestó en un contexto particular, donde «la educación pública era claramente una política de Estado. Es el contexto donde surgen nuevas universidades, el PBI con mucha representación para la educación pública y eso llega a generalizarse a todos los ámbitos de la universidad, entre eso, la educación universitaria llega a las cárceles». También contó que una persona privada de su libertad es quien dio inicio al programa, ya que pidió continuar con sus estudios a pesar de estar en esta condición. Gustavo, además, resaltó la importancia de la articulación de la educación universitaria del PEUCE con otras experiencias educativas, muchas de ellas de extensión universitaria. Y ejemplificó con una anécdota: «el Programa Jorge Contreras tenía acciones constantes en la cárcel. Entonces allí se genera un espacio de huerta orgánica donde quien no entraba a una carrera universitaria porque no tenía ni siquiera el primario, podía participar de esta huerta […]. Realmente fue una propuesta integral que los que estuvimos trabajando en la universidad en esos momentos creemos que si se pudo antes, se puede ahora. Hay que ir hacia una educación integral».

Mariana Castiglia contó cuán difícil fue sentar las bases para dar inicio al programa, sobre todo para las mujeres. El programa fue inventándose y mejorando acorde a las necesidades que iban surgiendo sobre la marcha, todavía hoy tiene muchas cosas para fortalecer. En primer lugar, el espacio otorgado para las aulas, ubicadas en el penal de Boulogne Sur Mer, no era el óptimo. Pero incluso allí había mejores condiciones que en la cárcel de mujeres, en El Borbollón. En esta última ni siquiera existía –ni existe- una biblioteca o un espacio específico para que las mujeres pudieran estudiar. «Nuevamente, doblemente perjudicadas» dijo Mariana. Continuó con la importancia que tiene avanzar sobre la identificación de las diferencias y desigualdades que hacen que mujeres y varones no tengan las mismas condiciones para estudiar.

Fabio Erreguerena fue el puente burocrático que, en aquel momento, posibilitó la firma los convenios entre la Universidad, el sistema penitenciario y la Provincia. Refirió a la buena voluntad que hubo por parte de las facultades habilitadas a dar clases en la cárcel para poder concretar la educación en este contexto.

Ya que Laura Rodríguez no pudo asistir a la presentación, el último autor en hablar fue Alberto Molina, coordinador del libro. Alberto contó que en una reivindicación al Padre Jorge Contreras es que la universidad comienza a interesarse políticamente por conectarse con el sistema penitenciario. El contexto en el que un grupo de personas decidió entrar a la cárcel para llevar la universidad era muy hostil. Y sugiere una pregunta: «¿Puede aprender una institución de esta experiencia? ¿Podemos transferir esta experiencia de los actores a una experiencia institucional?».

«Ante tendencias cada vez más polarizantes, me parece que esta es una experiencia viva donde la pluralidad, la construcción de unidad en la diversidad, es necesaria para llevar respuestas a problemas concretos». Solo así, dice Alberto, fue posible conectar dos mundos tan diferentes como la universidad y la cárcel. «¿Qué aprendemos como universidad? Salir de nuestra burbuja de satisfacción… los docentes que fueron a dar sus materias clásicas en la cárcel volvieron y dijeron: «tengo que modificar el programa»»

Alberto culmina con una reflexión: «nuestra presencia es necesaria en la cárcel, pero no tiene que dejar de ser una presencia crítica. Me parece que la experiencia en contextos de encierro tiene que ser una experiencia que se profundice. Me parece que el año que viene tiene que encontrarnos en una modalidad para estudiar en cárceles. No porque naturalicemos las cárceles, sino porque en la universidad debemos estar más adentro para que cada día haya menos adentro de las cárceles».

Finalmente, los autores invitaron a sentarse en el living a dos estudiantes del PEUCE. Marcos (estudiante de Trabajo Social) destacó el esfuerzo realizado para estudiar, como así también “la calidad de personas que comparten su trabajo con las personas detenidas”, ya que para él, es gracias a ellas que ha logrado estudiar.

Mónica, una estudiante de la Tecnicatura en Gestión de Políticas Públicas, ex estudiante de Trabajo Social, cerró la presentación con una declaración emocionante: “era llegar a la universidad y sentirse libre”. Respecto de la presentación del libro, que le trajo tantos recuerdos, dijo: “Volví. No se escuchaban las rejas”.

 

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